Por Eugenio Taveras
Uno de los cánceres más temibles con que cuenta el mundo de hoy es la publicidad, por lo pronto, cuídate de ella, no te dejes engañar, porque nadie, absolutamente nadie, es honesto a la hora de vender cualquier producto o servicio, pues, mientras más grandes son las cadenas que se dedican a la estafa a través de la publicidad, más alto es el riesgo de tú contraer el temido CÁNCER, que si todavía duermes mientras camina, este monstruo está al acecho y está escondido en casi todos los productos que estamos consumiendo, con más incidencia en aquéllos que su durabilidad es eterna, claro, utilizando un término extremo.
La sociedad de hoy está inmersa en un marasmo que la está llevando a un callejón sin salida con respecto a lo que está presenciando, captando y aceptando a través de los medios de comunicación, porque resulta penoso escuchar al Dr. Helmer Huerta por la cadena CNN decir que no se lleven de todos esos colegas “médicos” cuando anuncian todas las bondades que ofrecen los productos que las grandes empresas producen, porque simplemente ellos son actores, es decir, que se cuelgan un vestuario simulando ser doctores especialistas facultados para aconsejar a sus pacientes y no pacientes a consumir el o los productos que ellos publicitan.
La pregunta obligada es: ¿Quién es más negociante y embaucador de corderos humanos?: la cadena de televisión, quien fabrica el producto, a quien toman como actor para engañar al pueblo consumidor o los gobiernos que permiten toda esta vagabundería.
Mi triste, humilde y equivocada opinión es que todos son culpables, que se trata de una treta bien tinglada, donde acuden mansos y cimarrones a buscar la parte del pastel que le corresponde en detrimento directo y efectivo de ese público cautivo que consume a ciegas todas las basuras que le ofrecen los manejadores de la psicología humana, sin darnos cuenta que nos están destruyendo poquito a poco y sin reversa.
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